El plomo en la entraña


Read by Alba

(4.6 stars; 4 reviews)

Muchos años ha que venden por las calles ciertos pajarillos de colores, ya bengalíes, ya verdines, ya simples gorriones, ya tordos o zorzales, que muestran todos esta particularidad peregrina: no vuelan, aun cuando los toquen manos ávidas o groseras.

Saltan apenas los peldaños de una pequeña escala de madera que sirve al vendedor como de muestrario, y aunque tienen íntegras sus alas y a las veces revelan azoramiento, se puede impunemente colocarlos en cualquier parte, con la seguridad de que no han de escapar.

Esto sorprende y cautiva en extremo a los niños y hasta a los grandes, que se preguntan cómo es posible domesticar de tal manera a avecillas tan hurañas y medrosas de suyo.

La respuesta es muy fácil. No se las ha domesticado: se ha recurrido a un procedimiento más efectivo y sumario: introducirles en el intestino una posta o balita de plomo, de tales dimensiones que entre con violencia y que no pueda ser expelida por el animalillo.

Este, al principio, hace todo género de esfuerzos para desembarazarse del cuerpo extraño que lo martiriza y lo irrita.

No lo consigue naturalmente, y viendo lo inútil de su intento, se resigna, y muere al fin, más o menos pronto, de resultas de un tumor.

Sin embargo, como su hábito de vuelo le es consubstancial, como todos los movimientos de sus músculos tienden al aire, un continuo verberar, un perenne temblor de plumas acusa su impaciencia de elevarse hacia el azul tentador y diáfano que lo envuelve y rodea. Pero toda su dinámica se reduce a pequeños saltos de peldaño en peldaño, en aquella escala que no tiene ni siquiera la altura de su anhelo.

Yo no he visto nada más angustioso ni más cruel que el tormento del pajarillo. El ave doméstica a quien se le cortan las alas, sabe que el esfuerzo de ellas, así mutiladas, no ha de bastar ya para alzarla. Pero el pajarillo éste del plomo sí siente que las tiene incólumes, íntegras, sólo que, por causa cuya comprensión supera al poder de sus embrionario cerebro, el esfuerzo que antes lo llevaba hasta las más eminentes torres, ahora no le basta para levantarse. Algo obscuro e incomprensible, maléfico y hostil lo retiene y defrauda en todos sus ímpetus; y su desconcierto y desorientación se asemejan a los de un niño que por encanto fuese trasladado a un planeta donde la gravedad excediese en mucho a la del nuestro, y en vano quisiese ejercitar la antes poderosa agilidad de sus músculos lozanos, que tan ligeramente lo movían sobre la tierra.

*

¡Oh alma, tú eres semejante a este pajarillo!¡Oh poetas, oh artistas, oh seres de pensamiento y de ensueño, oh hombres nacidos para la gran acción, vosotros sois como este pajarillo lamentable! Un peso obscuro y enigmático, que no sé qué mano invisible ha clavado en vuestras entrañas, os retiene pegados a las conveniencias, al común sentir, al prudente obrar, a los precedentes establecidos, a las diversas consideraciones sociales, que son como la escalilla mísera de madera que constituye el límite del salto para el tordo o el bengalí.

Imposible ser grandes y nobles y bellos; imposible lucir, triunfar.

Las dimensiones de vuestro vuelo están escrupulosamente medidas por los demás, y no deben rebasarse, so pena de veros privados del aprecio de los cuerdos y aun del pan que sustenta y del sol que ilumina.

Y así vais por las calles, pegados a la triste escala que os sirve de meta fija; y en vano tembláis y os azoráis y recalcitráis ante los tocamientos profanos, ante los dedos curiosos y groseros, que, al alisaros el plumaje, os roban el oro divino de que estaban cubiertas vuestras alas.

En vano: ya no podéis volar. ¡El azul os circunda, pero en la entraña lleváis el plomo!


Este libro pertenece a la colecciòn Alba Learning.

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